EL SABOR DE LA LUZ

Vuelve a los párpados el sabor de la luz, vuelve a los labios el clima que ha creado tu nombre, vuelve a las manos el pájaro que ha estallado sobre la noche; vuelven los mecanismos diáfanos del día para ataviar una estación ignota pero presentida.La estación donde tu carne recupera su temperamento de algodón y tus pestañas son flagelos que desplazan la temperatura de una a otra esfera donde juega la alegría, criatura de los pétalos carnales, hembra de animales consanguíneos.La estación donde mis dedos se esparcen como flora en tus cabellos y el sonido corresponde a todos los aromas, niña de los minerales líquidos, mujer de tersa zona.
Es ahí donde comienza el día. Por fuera nos volvemos habitantes de una casa cotidiana; con horarios y fechas, con hastíos y apetencias, con jadeos y contiendas, con sueño y neuralgia; porque llevamos un atuendo que responde a los caprichos sempiternos del organismo que nos rige y somos la pareja humana, los personajes tristes de una historia con final feliz.