Metáfora estival II
La vieja carretera es una lágrima.
Los acertijos de la lluvia crecen en su cabellera azul de vagabundo.
Las vértebras que adornan la amargura de los tejados recolectan el horizonte electrocutado de los pájaros.
Siempre hay un loco encerrado en la casita del jardín señalando con el párpado la ruta de los astronautas.
Crecen algas en el murmullo de las mujeres mutiladas y hay un instrumento de tortura en cada papalote de las plantas.
¿Es violeta esa fritura que alteran los relámpagos, o es una ilusión de aroma óptico?
Ah, si se pudiera correr de esta tristeza,
si se pudiera definir el fruto de allá dentro,
si existiera una estación meteorológica del alma.
Imagen: Metáfora estival [detalle], técnica mixta, 20x28 cm., 1997.