Lluvia está por llegar
Lluvia
está por llegar, con su caudal de luciérnagas líquidas. Lluvia está por venir,
con sus cartílagos de domingo esparcidos como un virus en las arquitecturas delicuescentes
del aire. Lluvia calcinante proyectada en los instintos insomnes de los
alambres, alambres que crecen y se multiplican como los cabellos ecuestres de
una sirena disecada en la luz perentoria de los festivales.
Lluvia llegará con su atuendo de cráter, sin labios, sólo
una lengua lubricando la herida bulbosa que florece en la tarde. Lluvia vendrá
con su gesto de escáner, sin pálpebras, sólo pestañas con trociscos de la noche
rota, nocherida vestida con cristales de aves tejidas con jeringas migratorias.
Lluvia marinada con lágrimas alcohólicas de una marioneta autónoma.
Lluvia llega ya con su mujer de roca. Lluvia ha venido con
sus cantigas giratorias. Lluvia recalcitrante adorada en los visillos que lamen
las mascotas de una piel sonora. Lluvia está acá, la escuchan todos pero nadie
la toca.