"UN LUGAR DONDE ENLOQUECER A SOLAS". Fragmento de un relato polifónico titulado PLÁSTICO NEGRO

Buscaba un lugar donde enloquecer a solas.

Ya había sido un árbol.

Ya había sido un falo de roca.

Ya había sido canción melancólica.

Ya había sido túnel y tren a la vez.

Mortandad de pájaros y quietud de paisaje.

Un hoyo negro colmado de galaxias extinguidas.

Ya había sido todo lo que puede ser alguien que busca un lugar para enloquecer a solas.

Antes había sido un ángel incendiado de ionosfera y luminiscencia sidérea hasta precipitarme, cuando la simetría celeste no pudo trascender su obsolescencia.

Caí del firmamento, mojado en aceite.

La polución mutó mis alas en gabardina negra.

Al incorporarme ya era un gato, inalámbrico y solitario.

Al restregar mi rostro naciente ya era un hombre, con soledad de pararrayos.

Escuché una voz.

Tu voz de mujer pirómana:

––Hola, Leonard, ¿me invitas a soñar? ¿Me llevas a tu boca?

Tus labios negros y tu aliento de vodka amueblaron mi nueva madrugada de encanto. Un estrambótico encanto, reservado para quien busca enloquecer a solas.

Toqué tus cabellos con mis manos nuevas.

Besé tus labios de botella rota.

Abracé tu nuca florecida de horcas.

Anduvimos el alba.

Socorrimos la distancia y traspasamos un laberinto de artefactos que reanudaban una función de proyectos hasta que encontramos un aposento donde instalar nuestro escondite matinal para volvernos plenamente nocherniegos.