LA FAENA.Texto de la serie TEMPLOS PAGANOS
¿una Pasifae libertada en el museo taurino
Para un devoto de esos templos paganos que perduran ejemplarmente entre la diversidad del Centro Histórico, donde el alquitrán, la alcoholemia y la charla se vuelven rituales concretos de una fe esperpéntica y cóncava; es decir, para un bebedor de cantina, conocedor de los umbrales que anteceden a las distintas barras donde las cervezas esperan la garganta en llamas de los transeúntes que todavía concurren al vicio,
Para una excursionista de ecoturismo urbano que accede a los itinerarios de la bohemia de esta neocolonial Tecnochtitlán,
Muchos elementos pueden enumerarse sobre la peculiaridad de
El aspecto kitsch de ahora seguramente fue suntuosidad anteayer. Espacio amplio con salones privados, decorados de madera, bajorrelieves restaurados casi con brocha gorda, el sonido lejano de una estación vernácula de radio, sus mesas de plástico y sus manteles rojos, la rockolla de vez en cuando y el baño con olor a baño.
Sus meseros fieles siempre allí, que con júbilo sincero saludan a los asistentes consuetudinarios, sin resistirse al devaneo arlequinesco de su condición de faunos octogenarios cuando una dama se presenta, logrando que el lugar conserve su ambiente familiar.
Pero tal vez lo más destacado de su particularidad es su acondicionamiento de museo, un museo taurino, un museo original (“Bar Museo Taurino
En la entrada siempre hay volantes que promocionan un evento para cada fin de semana próximo cuyo espacio será
Estando entre cornucopias y fetiches de la tauromaquia, tal como el decorado de
Pues allí, entre la rancia atmósfera de tauromaquia desvencijada, ante el vouyerismo inerte de toros y matadores –justo donde los pasos de la azotea no se oyen sino que se ven, pues una especie de tragaluz permite ver la silueta ambulante de las secretarias que en el piso superior asumen la burocracia con tacones de estilete–, vislumbré una vez a la lúbrica Pasifae envestirme hasta el orgasmo de la lidia...