n u d e z [1/5]



I


Cómo es que la desnudez y los aromas de la carne llegan a compartirse, a compenetrarse. Cuando el alba reincide, incorporándose. Cuando el hambre coincide, en el cuerpo sano, tras los bodegones que exponen los bares con rasgos de aceite donde la tarde se acurruca y se duerme. Cuando la precocidad de algún día y la procacidad de un instante se quedan sin su cáscara; sin los papelitos que las envuelven, y a estos los desplaza el aire, lejos, para siempre.
    Lo pregunto e imagino entretomas de la carne y sinergias corporales, contemplándose… o templándose con tempo. Hablo de cotidianidades que no lo son, a veces. La regadera y su alegría, por ejemplo, cuando su salpicadura comienza a bullir en la epidermis, los ciclos de natura se encienden y los cronómetros artificiales se distienden.
    Cómo es que la carne se desnuda y sus olores se departen. La ducha, con su fiesta de intimidades donde tanto se ha bailado esa extraña y mansa danza, ritual pero inadvertida salvo en la timidez cuando se mitiga —la mansa danza de las gravitaciones que nos conciernen.
    ¿Acaso no estuvimos desnudos antes? —La desnudez con que nacimos. La desnudez de la cual se nace. 


[...]



IMAGEN: "Versos sobre púrpura", de la serie Versos de alambre
detalle, tinta mixta sobre papel, ca. 1998.