I n c o m p l e n i t u d
Con su perdurable fluir,
la permanencia del árbol es inmanente.
Y vuelve a erigir
las nervaduras donde transitan
los elementos.
Esa vocación de vivir nos provee.
Se renueva la luz.
Vuelve a oscurecerse.
Mas,
así de inmanente es
la fugacidad que nos impele:
Cuán perenne
es lo presente
si solamente
es pleno
al realizarse
el deseo.
–He ahí la mortalidad que nos sostiene.
Tras de ello,
el designio del advenimiento
procede.
Disolvencia y trasiego.
Fluir.
Perdurable.
Permanente.
Sempiterno.
Nuevamente es la luz.
Enjuego de oscurecerse.
Se crece y se acaece.
Se decrece. Se acontece.
Mas,
no es perentoria la continuidad
al disolvernos.
Árbol de siempre:
Ayúdame a estar.
Provee mis ligamentos.
Tus nervaduras auspician mi deseo.
O conduce mi tránsito
en esta mortalidad tan leve,
tan breve.
¿Es la luz
nuevamente
cuando oscurece?
Árbol de siempre:
Ayúdame a creerlo.
Imagen: "Hojas". Del taller de poesía en tsotsil con Ruperta Bautista, Jobel, enero de 2019. Obtenida de La Cosecha Librería