horizon child


Me acoplo a la lejanía con el suave letargo que me da la cerveza. El aire resbala en las flores como un delicado momento para estaño y violín. El ruido de la carretera se suspende igual que los nombres plagados de rostros.

¡El sol de marzo y su desnudez de neonato!

Mis puños se abren como una espora en el momento culminante de la creación. Las manecillas se aflojan. No hay manchas rojas en el algodón.

¡El cielo y su ropa de niño!

Un coche vulnera mis oídos pero se vuelve un insecto desenfocado y con actitud de fondo sonoro. Seguramente una sonrisa es el film de mis labios. Un estado de gracia recuperado. Bailables, peligro, resequedad, absorción.

En casa quedaron mis muñecos y mis terrones
de cariño forzado. Quedaron mis padres y mis hermanos en pugna constante por la imposición. Mi madre guiñaba el ojo a los clientes y mi padre esperaba el arribo extraterreno de un verso al caer de las hojas. Mis hermanos planeaban crímenes ordinarios y mis hermanas la fútil idea de confort y placeres ignotos con gestos de adinerado y la fantasía de disolución.

El vaporcillo de marzo se incorpora al veneno que me dormita los párpados.

                                                        Imagen: "Unas kawasakis bien elástikas". Pinta sobre paré sin firma precisa, Coyotown, 2007.