La canción de los gitanos



Sumergidos en la temulencia de los nubarrones púrpuras,
electrizados por la lubricidad de un sonido escarlata venido del horizonte,
con el sopor meditabundo de una línea verde nadando sobre la arena,
una terna de vagabundos recolectaba refulgencias inéditas,
    vueltas rumores nebulosos en la conciencia,
        volátiles o encarnadas,
    perfectamente distribuidas en un juego de estrofas.
   
La penumbra del planeta
    –escenografía ensimismada–
se volvía la sustancia que la respiración distribuía en el cerebro expandido sobre la nostalgia,
        una nostalgia abismal,
                innominada,
como el dolor de la ruta imposible para retornar a la estancia placentaria
        disgregada en la oquedad del universo.
   
Todos los mundos enunciables se desvanecían
        al ser enfocados por el pensamiento. 

¿Has oído esa canción?
Es la danza
            de la hoguera
                        terrenal.




                        Imagen: Solsticio de vagabundo, Jovel, 2018.