Vine un día nublado
Vine
un día nublado a este entorno gris.
Aún siento el aroma del traspatio donde se arrumbaban los
ventanales
que vertían su constelación de lluvia.
Vine así.
Los edificios eran viejos propalando un rumor en la
atmósfera
y era magnánimo formar parte de esa condensación libérrima
con que me diluía el aire.
Era un tiempo pleno para ser un vagabundo con humor etéreo.
Cuánto hubiera persistido así
antes de arroparme y postrarme estacionario.
Ahora llueve,
es verano de meteoros,
arremete el aroma del calendario y murmura el espectro de la
nostalgia.
Sigo aquí,
después de tantas vueltas al cielo,
y está nublado.
Imagen: "Llovizna diurna en el Centro", Méshico-Tecnochtitlan, 2007.