La mascota de Foucault




Raro, como un extraño animal, me desdoblo ávido y lúbrico. Me cuesta un poco advertir el ambiente y mi posición en él. Hay una extenuante dialéctica entre el mundo manifiesto y mi caudal de significaciones. El sentido me mitiga pero me sirve para resistir.

Raro, como un extraño animal que vive, me entrometo en un juego infinito de intercambios, en pos de satisfacción y trascendencia. Me disputo el alimento y puedo ser un parásito peligroso, temeroso y nocivo.

Raro, como un extraño animal que parla, mi facultad imperfecta de intersubjetividad me devuelve un canto ­–una oración, acaso–, y el silencio es inmanencia.

Raro, como un extraño animal que coexiste, afana y clama; he perdido la fe, mas sucumbiré cantando, descifrando otros cánticos. Su resonancia es arteria. 

Imagen: "En negativo". 2017