Alba añil




Atardecer de ropa sucia.
La mezcla se ha apeado del sábado
pero la raya sólo ha alcanzado
para Alas y alcohol.
La bruma verduzca del trago
evapora la epidermis enjuta de polvo
y la barda sin repello ni empalago
recibe el salto mortal de los gatos
y el spray de los Crazy Punk.
Cuando en la noche
te broten culebras de los pies,
y camines como luciérnaga en el frasco;
cuando el alba te pinte la resaca de añil
y un juego de luces aúlle en tu cara;
diles
que te llamas Albañil no Criminal;
que ni siquiera discutes si este aroma de lluvias
se dice verano o ciclo pluvial.
Diles
que no eres ladrón,
que’l patrón te dio pa’ tomar.
Que tienes seis hijos y una segunda mujer;
que’l  de’nmedio se fue de la casa
pero el grandecito ya es técnico en refrigeración,
que Plutarco toca la guitarra
y la niña sí quiere estudiar,
que Jacinto estuvo enfermo pero ya se te murió,
que Francisco no trabaja pero es bueno pa’l billar,
y no quisieras que Ernesto también terminara en la construcción.
Diles que al rato es domingo
y la cruda te ofrece un instante,
un instinto.
Diles que no te lleven,
que tienes que volver a la obra
pues si no el ingeniero no cobra.
Diles que los pájaros estallan,
que ya el día bosteza
y tu esposa quizá no durmió.

Les dejas la bicicleta
y no llevarás de cenar
latas de sardina,
un puño de frijol,
solo tu espectro de alcohol.

Quiénes tienen alma que vender
y sueldos pa’ pudrir.
¿Nomás esos que pegan su rostro en los muros,
en los postes
y en la combustión de este pueblo
que sólo precisa entusiasmo?
¿Se empuña o se empeña la herramienta?
¿Como un arma?
¿Para trocar el cilindro de gas
o favorecer el intento de escuela?
Dónde emerge la indulgencia
que incita a enturbiar el destello de distracción.
Quiénes todavía
saben cómo se pide perdón:
¿Esos malos payasos que usan corbata,
visten de traje
o se ponen disfraces
para decirte “vota por mí”?

Entre muralismo y moralismo fechado hace diecisiete años.
Imagen: "Andamio de casa vieja", Jobel, 2017.