Taxi fantasma


Tú esperabas el taxi en mitad del desierto,
frente a una calle amueblada con tijeras, murmullos y mar.
La luna era una uña quebrada derritiéndose como un hielo,
y tú una estatua de seda escurriendo de su paladar.
Me ofreciste tu pan,
como una sonrisa de hierba
–Yo era un árbol de espinas perseguido por deudas de juego:
el destino me seguía dispuesto a embargarme hasta el eco, la corteza, el musgo y la cal–.
Pero luego te fuiste manchada de azul,
vestida con peces, silencio y arena…
Dónde pusiste tus vértebras de ángel,
tú que caíste como una gota en mi lengua.
Cuántos parpadeos faltan para que vuelvas.
He estado esperándote
entre ruidos de vasos y roídos de promiscuidad,
en este lugar al que acuden constelaciones deshechas.
Que te voceen los mares, los callejones y el techo.
Que te busquen los otoños y los febreros,,,
Yo me he vuelto un taxi fantasma
cerceando a través del desierto.
Fiebrero de 2003