Dulce amargo
Sus ojos tienen un letrero de abierto las
24 hrs.
Ya nunca los cerró, justo cuando la ceniza
dejó de ser teoría.
Clausuraba los oídos para no escuchar los
tacones vulgares que usa el pensamiento;
pero esa vez llegó descalzo,
pisando el vidrio interminable de lo
apodíctico.
Era una chiquilla encantadora con sus
muñecas clavadas a los pechos,
enroscada a un foco a partir de la cintura,
con un verso a medio olvidar y una
margarita mutilada en los deseos;
pero esa vez sobrevino lo improbable:
El Viento la llevó de paseo y se enamoró de
ella El Sufrimiento.
Descubrió una gota roja en el centro de su
estero
y una cápsula vertió una fórmula de letargo
y ansia.
La aprehendió la grotesca tentación del
pavimento
y alguien robó la cajita musical nacida en
su laringe.
Ahora decora el grisverde fundamento de un
licor butano,
escribe una historia falsa en la pared de
la memoria
enredando el estambre al óxido sueño del
alambre.
Era una chiquilla
encantadora con planetas orillados en su triángulo.
Hoy sus ojos tienen un
letrero de abierto las 24 hrs.,
con la atmósfera de una
casa vacía atisbada por su dueño,
Imagen: Registro de neomuralismo anónimo y desautorizado, Coyotown, 2007. Intervención digital