La mañana mojada tiene sus canciones



La mañana mojada tiene sus canciones, tiene sus frutas y su café. Tiene sus relatos de anoches. Tiene sus rutas probables y sus conversaciones proteicas. El aire también  la esclarece. También las ventanas son suyas. Los ruidos lejanos y las aves que vienen por sus semillas y murmullos de sol.


La mañana rociada tiene sus voces, tiene sus nutrientes y su calidez. Uno simplemente ha comenzado a entretejer los tendones del tiempo, a sentir que el estómago retrocede, que la piel está en trance, que en algún momento los versos habrán de recomponerse y que los trazos razonarán grandilocuentes, como restos de hombre, fragmentos de voces o ruinas silentes.

Imagen: "Llovizna, ventana y trasfondo". Méshico-Teknoshtitlan, 2007