Ellas se han ido



Ellas se han ido,
con vértebras de pescado en lugar de sus alas.
Han dejado humedad de abandono
en las armas del niño
y en la fauna del loco;
y han dejado abandono en las olas de botellas
que el hombre ha tenido incrustadas en los ojos.
Se han quedado pero se han ido.
No se han ido pero no se han quedado.

Sin embargo,
tú y yo seremos amigos,
con sexualidad de hoja que cae.
Seremos amigos aunque no conozca tu nombre
ni sepas mi voz;
aunque sólo seas boceto de lumbre y quiragra.

Vendrás conmigo a bailar
el Performance del alba,
y vendrás a los ríos abstractos
cuando la noche quiebre el espejo
con sus gárgaras.
Aunque nuestro paisaje sea ceniza
y aunque el pan no perdure
en los nidos de manos atadas.

Ellas se han ido,
ya son de todos pero no de nadie.

Has conocido la ruina,
has mirado en el precipicio,
has bebido las llamas líquidas
con que el mundo liquida
y has utilizado los antifaces del placer,
pero ahora sólo buscas llovizna
en la estancia gris de mi columpia.

Se han ido ellas
y aunque el sol las ha perdonado
se han vuelto sólo tufo de carne.
Ven tú a deshojar mariposas con el niño.
Ven a cenar sobre los párpados del loco.
Ven a verterte el semen del hombre y su vidrio.
Nadie más que tú te has inventado
y has de regir con tu pestañeo los latidos.

Ellas se han ido,
con cráneos de agosto en lugar de su rostro.