Incluso con jacarandas, celebremos la amargura que todavía...
Alguna vez tu corazón fue una habitación para estar a solas; un parque, en cualquier parte y a todas horas. La tarde vestida de jacarandas y nuestra carne, transida, en volandas, asistían al festival voluptuoso de marzo en las afueras de las iglesias derruidas del alma. Amarillo colonial que diluyó una llovizna de lágrimas, amarillo tungsteno de la memoria acecinada. Te traje una flor del paraíso, pero la ilusión se deshizo cuando caducó el tiempo gratuito de la promoción del erotismo.