ÁNGEL DE PAZ


Qué noche vendrías, con tus jeringas y tu alfiler, a insinuarme que la vida es un accidente el cual debemos agradecer.

Qué me traerías: un arco iris brotando de tu piel, como un algodón con manchas de tu psicodelia sanguínea. Oh, quisiera enloquecer.

Pondrías cubos de hielo en ese vaso donde guardo el lagrimal; pondrías las canciones más perversas, las más bonitas y tristes también, con guitarras distorsionadas y voces de unicel.

Qué día vendrías a mostrarme fragmentos de la inmensidad, a dilatar mis pupilas y soltar las alas de mis pies en un cráter de cielo y electricidad.

Si me siento bien, si me siento mal, si me hundo en el suelo o en la oscuridad, si me apetece el silencio, si no dejo de hablar ––sólo para no vomitarme con las necedades de alguien más–– es por ese tesoro que resbala en el cristal. Todas las voces extrañas, todas las frases descontextualizadas en las lagunas de la resaca, al desaparecer, al postrarme en forma fetal, al perder mi último secreto, mi moral, todo luego se va.

Qué noche vendrás. El crepúsculo está allí. Los árboles gigantes. La penumbra de la carne. Las quiragras y el papel. Ayúdame a olvidar. Quiero recordar. La extravagancia lírica de nadie más. La sinuosidad al galopar. El polvo crepuscular. Intoxicación de coronado. Lucidez de criminal. Euforia de ángel drogado. Gritosgritosgritosgritosquierobrincarhoyyopodríaladrar.

Cantemos:

Qué noche vendrías,
con tus jeringas,
tu alfiler,
a decirme que la vida
es un accidente que
debemos agradecer.

Qué noche me dirías,
con guitarras distorsionadas
y un arco iris brotando de tu piel,
como un algodón con manchas
de tu psicodelia sanguínea,
que quieres enloquecer.

A poner cubos de hielo,
en ese vaso donde guardo el atardecer
y las canciones más perversas,
las más bonitas y tristes también.

Qué día vendrías,
a mostrarme fotos de la inmensidad,
a dilatar mis pupilas
y morder mis pies,
con un cráter de cielo y electricidad.

Si me siento bien, si me siento mal
si me hundo en el suelo,
en la oscuridad,
si me apetece el silencio,
si no dejo de hablar
para no vomitarme
con las necedades de alguien más.

Todas las voces extrañas
todas las frases descontextualizadas
en las lagunas de la resaca
al desaparecer.

Qué noche vendrás
El crepúsculo está allí
Los árboles gigantes
La penumbra de la carne
Las guitarras y el papel

Ayúdame a olvidar
Quiero recordar
La sinuosidad
el polvo crepuscular
Intoxicación
Lucidez
Euforia
Gritosgritosgritosgritos
quierobrincar
hoy
yopodríaladrar

Cantemos pues,

Qué noche vendrás,
con tus jeringas
y tu alfiler,
a insinuar
que la vida es
un accidente el cual
debemos agradecer.

Qué me traerás:
un arco iris
brotando de tu piel,
como un algodón
con manchas
de tu psicodelia
sanguínea.

Oh, quiero enloquecer.

Qué noche pondrás
cubos de hielo
en ese vaso
donde guardo el lagrimal;
las canciones más perversas,
las más bonitas y tristes también,
con guitarras distorsionadas
y voces de unicel.

Qué día vendrás
a demostrar
fragmentos de la inmensidad,
a dilatar
mis pupilas y soltar
las alas de mis pies
en un cráter de cielo
y electricidad.

Si me siento bien,
si me siento mal,
si me hundo en el suelo
o en la oscuridad,
si me apetece el silencio,
si no dejo de hablar
––sólo para no vomitar
con las necedades de alguien más––
es por ese tesoro
que resbala en el cristal.

Todas las voces extrañas,
todas las frases descontextualizadas
en las lagunas de la resaca,
al desaparecer,
al postrarme en forma fetal,
al perder
mi último secreto y mi moral,
todo luego se va.

Qué noche vendrás.
El crepúsculo allí está.
El gigantismo de los árboles.
La penumbra de la carne.
Las quiragras y el papel.

Ayúdame a olvidar.
Quiero recordar.
La extravagancia lírica
de nadie más.
La sinuosidad al galopar.
El polvo crepuscular.
Intoxicación de coronado.
Lucidez de criminal.
Euforia de ángel drogado.
Gritar
gritar
gritar
gritar
quiero
brincar
hoy
yo
podría
ladrar.