Foro estraño


Todo lo que pasa por el pensamiento se vuelve extraño. Eso es el extrañamiento. El estreñimiento de pensarlo todo y no lograr expresarlo.

                       Demasiado diálogo sin voz, del ego y su letargo.

Y es extraño. De repente ser un hombre extraño. Haber dado 42 vueltas alrededor del sol —como un flagelo imperceptible ante un gran óvulo—, de repente, sin pensarlo.
   
                     Haberse llamado Zemog

Asonipse, Venéreo, Acoallantli, Orgilia o simplemente Gilberto.

                   Qué extraño, haberse llamado Gilberto a los ocho años,
                                                a los 42.
   
Disponer de tiempo para pensar que todo lo pensado se sustrae por su propio peso, de un modo tan extraño, tan espeso.

                       Tener 42 años, de repente, solitario,

bajo ese mismo sol y distinto árbol.
    Ser capaz de estar entre la gente, y pensar que no se puede estar entre la gente sin sentirse extraño —como lo pensado estando entre la gente—, y descubrir lentamente, cuando algo se detiene, que todos cohabitan un enjambre de gregarios solitarios.

                           Ego malhadado sin posibilidad de diálogo.

Qué extraño. Pensar en uno mismo sin reconocerse en el espejo de los pensamientos ni en el hostal de la afección. Despotricar contra uno mismo sin desprenderse del reflejo oscuro en las habitaciones del lamento ni en el hospital público de la percepción. Haber madurado un poco y,

                                 durante tanta mansa gravitación,
seguir siendo
                   
                            el extraño
                                        del salón.
























Imágenes: Fotografías hechas y compartidas por otro extraño interlocutor.