Enfermo de mí
Deshilvanado en su caja,
fuera ya del espectáculo, el detestable maniquí se confronta consigo en el
infierno caudaloso de sus palabras:
Esa perturbadora inmanencia que se espesa en
mi carne, disipando el fantaseo frágil de lo que simplemente quisiera. Lo
maldigo ahora y no lo sé disolver.
Esa parte del ego que
nunca relego. Lo maldigo ahora y no lo sé disolver.
Inmanencia
perturbadora que maldigo ahora y no sé disolver, al grado de sentir pavor de
quedarme a solas conmigo.
Estertor de voces que lo
mortifican y lo instigan a correr fuera de sí. Voces insoportables que no
callan aun cuando es hora de dormirse:
Puedo comprenderlo tan claramente fuera de
escena, pero en el escenario sucede todo al revés. Ahora este pavor de quedarme
a solas conmigo otra vez, tras haber ofendido, tras haber arrebatado la palabra,
justo allí, donde la palabra es una ofrenda sagrada.
Se abre la caja. Las voces
del pensamiento se desperdigan desordenadas, como animalejos nocturnos que no
resisten la luz.
Lo desdigo ahora, mas no lo sé disolver.
Imagen: Javier Pulido MonsterTruck!!!, de la exposición Cosmo Epiphany, Muac, Méshico, 2014.
Fotografía digital
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