docu mental/sola mente



Siempre hay algo desprendiéndose de algo. En medio qué habrá. Siempre, algo que se va. En medio, qué se queda… Pensarlo en la levedad, la del trance. Tránsito leve de las contraedades.
Los rostros. Los lugares. Las flores. La coreografía del aire. Las frutas, sus colores, sus sabores probables… Todo comienza con verse, en un entorno sonoro. Después olerse. Tocarse. Probarse/Gustarse… Y otra vez un registro que se desvanece. Insoportable brevedad de ser. Poseer solo un rastro evanescente. Pensarlo caído, pesado y torpe… mente. Dolorido un poco, intoxicado de sí mismo; malogrado y grávido en el ahora mismo. Lo que se dijo, cómo se habla, cómo se ha sido… ¿Hacer un voto de silencio —extraña… mente—? En medio, qué habría.
Fluir en los intersticios —sola… mente—. Pretender ser un vagabundo, entonces, en tantos temas perdidos.
Advertir cómo se aparece todo tan delicada… mente. Instantáneas personales. Leve y breve… mente. Después las voces. Algo que se desprende. Los desgarros. Lo que se rompe. Grave y obstinada… mente.
Imaginar una religión individual. Como volver a configurarse. Desfragmentarse. Reiniciarse. Nueva… mente. En medio, qué se queda.
Con quiénes decirlo. Asumir que se es un vago. Quedarse solo. Volver a ser salvado por el arte de otros. “El objetivo es el poder de la imaginación”…

Retomar lo escrito después de 89 minutos, tras ver Visages villages —estimulada… mente—. Releer lo anterior, que se había dejado anotado antes de entrar en la sala, y se había venido pensando al caminar por las laterales. Se habían visto las flores —fugaz… mente—, apiladas en un puesto mientras lo instalaban. Su correspondencia con la imagen —mental— de las frutas dispuestas en un carretón ambulante, unos días atrás —anterior… mente—. Los colores magnificentes. El aire. Los sabores probables… Haber pensado cuánto gustarían esos brillos a los personajes ausentes.  (Todo comienza con ver. En un entorno sonoro. Después tocar. Oler. Degustar…)
Haber despertado sintiéndose raro hoy, y haber querido espabilarse yendo a la matiné de Varda. Era una función que se tenía postergada.
OJO: 1) Sentirse raro —última… mente, como siempre—, equívoco, tóxico, psicoquímica… mente… 2) Haber examinado Los espigadores y la espigadora un día antes, en un seminario —casual pero coincidente… mente—, acaso para convencerse de escribir los trabajos de investigación como si fueran documentales de autor. SOBREMESA: Estar de acuerdo con ello. Es mejor así que intentar filosofemas líricos de cuatrocientas páginas, o fárragos escolares en serie. La intención concuerda con esa experiencia de estar en el cine viendo una película y pensar: “así me gustaría escribir una fábula” o “esa es mi narrativa predilecta”, luego comentarlo con la compañía apropiada —expansiva… mente—, hacer el amor, ejercer el deseo y comer, celebrar el cuerpo con los cuerpos, y volver a sentir el efecto de esa narrativa que pareciera hecha para uno —exclusiva… mente—. Y MIENTRAS SE SUCEDÍAN LAS ESCENAS: Es muy linda Varda. Su interacción con JR hace pensar en aquella chica prodigio con quien ser el viejo que dirige la cámara o escribe el guion. Pensar en la espiral de estudio trans- relegada. En atreverse a escribir como antes. A develar el conocimiento a través de esa búsqueda que solo se ha podido denominar belleza —tan reducida… mente—. ¿“El objetivo es el poder de la imaginación”? FINAL… MENTE:
Hizo bien estar solo, otra vez, como siempre. Al final se trata de poder escribir y decir: “esta pluma es mía”. Reflexionar y responsabilizarse. E INMEDIATA… MENTE: Pero es extraño referirse siempre a la soledad. En medio, qué habrá. Si se ha pensado en los personajes ausentes —primordial… mente—, en bendecir sus orígenes maternos —entrañable… mente—. Entonces, qué es la soledad exacta… mente. ¿Evocar su presencia? Si ayer se estuvo entre la gente. Si ahora se recibieron varios mensajes. Si se respondieron con la añoranza de ser afable. Si se revisaron las palabras antes de enviar las respuestas para siempre. Si se ha simulado un flirteo en la calle —azorada y recíproca… mente—. Si no resulta plausible pasar tiempo entre la especie, vociferando y enquistando metalexis —negativa, despótica, sorora o fraternal… mente—. Si no se logran percibir las frecuencias de islas próximas ni lejanas, como esas señales de los pájaros habituales que descorren la mañana. Si no se responde con fe en la intersubjetividad. Si no se tiende el vocabulario preciso. Qué es la soledad verdadera… mente. Eso tan insondable que uno siente, al final del día, al final de siempre. La soledad, entonces, es una emointelección que vuelve y se revuelve. El archivo de la “cópula primordial”. El intersticio. El traspié de haber departido entre la gente. Asumir que se es un vago en las cuestiones de otros, cuyas reglas uno no entiende. Un vagabundo en el tema del amor, por ejemplo. Un perro que se larga, y que retorna, repentina… mente.

Siempre hay algo desprendiéndose de algo más… POSTERIOR… MENTE Contraliteratura/Prodocumental—: Comienza uno a transcribir estos papeles suponiendo conservar el gesto de sinceridad —ante quién—. Se dejan residuos de oralidad —deliberada… mente—, como rastros de ese procedimiento sincero. Sin la cautela de revelar que solo han sido anotaciones fugaces, evanescentes, sin ningún lector ideal ni preciso. Pero la escritura es frágil, y trasluce un síndrome de ingenuidad, esa ingenua edad que se manifiesta permanente… mente.
Siempre hay algo desprendiéndose de algo. Qué ocurre en medio. Algo que se va, inconstante… mente. En medio, qué permanece. Solo un rastro evanescente. Un registro que se desvanece. Insoportable brevedad de ser. Sola mente.

Imagen: De Visages villages, Agnès Varda y JR, Francia, 2017. Obtenida de: https://www.thetravelnews.it/2018/03/visages-villages.