Nada es todo que no salva
Danza
de perros en dramático apareamiento. El rostro carábido del basurero es la
escenografía batida con el frescor que embriaga a los insectos: Los travestis
amanecen con la mirada maquillada de suelo. ¿Ha caído ya la bandera rojinegra
que creció en el cielo? Un callejón se extiende en el arte-objeto del espejo: Se
mira el rostro, pero se refleja una figura acerba que se torna un callejón extendido
y claroscuro.
¿Se
amanece en el mismo sitio donde la noche costuró los párpados con las pestañas
engrasadas? No, porque el sueño nos
reencarna en cualquier animal callejero, nocherniego y sin esperanza de inhalar
el alba. ¿Se amanece con el sueño igual de enfermo? Sí, y la reiteración nos hace
mirar la boca abierta del abismo. Sí, y nada salva de la estolidez emética. Las
intersecciones de los cuerpos. Los denuedos de prodigar “el espíritu” y
esplender “el alma”. El sedante o la respiración higiénica. Nada. Nada es todo
que no salva. Todo es nada y sólo impele. ¿A dónde? A la nada.
Imagen: Registro de mixtura gráfica anónima y desautorizada.
Jobel, Xiapas, diciembre de 2016.