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¿Te acordás de la noche en aquella azotea? 
Noche sudorosa, derretida y sedienta. 
¿Te acordás de la azotea de aquella casona vieja? 
Nosotros escondidos como gatos, ahuyentados por los gritos. 
Si parece que miro a aquel viejito 
envuelto en humo 
en su sillita de madera.
¿Te acordás, corazón?  Cuánto polvo se ha barrido.
¿Mirás a aquellos niños correteando en los regaños? 
¿Oís aquellas campanadas de la madrugada? 
¿Olés aquel café absorbiendo la tarde?
¿Te acordás, corazón? Cuánta lluvia se ha escurrido.
Vos, plática y plática con el silencio de la mariposa negra. 

Vos, arrimado a la luna caída en las espinas de la fuga. 

Cuántos rostros ha tirado ya la cabeza. 
Cuántos caminos han hecho el nudo ciego de la ausencia.
¿Te acordás, corazón? Hay que asomarse una noche de éstas.

Imagen: "Sillitas viejas", Coyatoc, Chiapas, s.f.