Veo pájaros caer



Me asomo al espejo y veo pájaros que caen. Me voy a tierra, sin sueño y sin sueños. Mis manos parecen las mismas; humean. Me siento sobre la desperdiciada vida. Me siento entre los desperdicios y veo pájaros que caen. Mis llagas parecen las mismas; les brotan sombras, espesas, con olor a negro. Me revuelco en la hojarasca del domingo, enciendo la penúltima vela y veo pájaros que caen. Las tijeras, oxidadas, preguntan por mis venas; las escondo, tal vez por instinto. 

Uso el camastro a fuer de barca y me voy, remando, sobre el suelo convertido en lodo. Transgredo el remolino. Escucho “El vals de los focos”.  El absceso de la conciencia bulle hasta disiparse en la penumbra y veo pájaros que caen. En este jardín siempre hay relámpagos y ya no recuerdo la noche en que me separé de la placenta. Busco mi lengua para hacer un trazo en el aire; dibujo un cuerpo y no es un cuerpo. Se me desprenden las escamas acariciadas sólo por el frío. Busco algún ahogado en el vaso y bebo hasta la última gota con el presentimiento de tragarme una tormenta. Por fin me tiro, con la esperanza de dormir. Cierro los ojos y veo pájaros que caen. ¿Por qué? Metamorfosis del ser.  Funambulismo irrepresentable...