Horal del insomnio



El amor no nos da de reír y en su suave jardín de escalpelos el viento aún nos desbroza.

El alcohol nos da de bailar pero la bailarina todavía sigue caída en mitad de esta casa.

El sol no nos da de lamer más que las sequías internas y la tierra nos chupa los pasos, sedienta, con hambre de algún liquen nuevo, resignada a absorber la ceniza del animal sedentario.

La sortija que flota y camina nos da de su abril y el alacrán que palpita derrocha su néctar y polen despreciando la lágrima sin ponzoña.

El asombro ya no nos da de soñar ni el escombro nos da de dormir, y los delitos transcurren sin embarazos de la memoria.

Horal del insomnio y oral pasadizo, lengua al mutismo y ojos al horizonte.