Piano y cuchillo sobre reposo de niño y perturbación de mujer
El bebé está dormido y ella lava el cuchillo. La llovizna
persiste allá afuera y adentro la penumbra de un foco amarillo apenas se
volverá nostalgia. Un piano suena intraauricular, a intervalos hipnóticos. El
agua se corta al mojar el filo. El agua no moja; es un sonido, un aroma, una
sustancia que afecta la naturaleza muerta de su interior. La respiración del
bebé se acopla al misterio rítmico del planeta. Una motobomba suena como sus labios
onomatopéyicos y salivosos. Ella sacude las gotas profusas que brotan del
metal. El piano persiste. La llovizna se apaga al cerrar la llave del agua. Los
crímenes del mundo duermen con el sueño del niño; apenas son una pesadilla
sentada en una silla entre la oscuridad solitaria de la sala. El cuchillo es un
imán de fluidos. Ella lo seca y deja que el piano aplaste sus párpados. Ella lo
seca y lo hace brillar.
[...]