El interno de papel
Y cómo sabes que mañana voy a levantarme... Hay espinas en las alas de esos ángeles, hay
velorios en las costras de la calle, hay nidos de antifaces en tu rostro. La
melancolía me está quitando la ropa y sus manos son frías. ¿Esos aullidos?
Son veneno de juguete. ¿Ese aroma? Es la alfombra lunar manchada de sudor y
semen...
y lluvia también.
Si pudieras ver tus ojos; son como las alas de esas ánimas de terciopelo
pardusco. Mis dedos están hartos y tu pelo es una estación que me hace falta. Cómo sabes que mañana... ¿Viste esos
pájaros? Siempre pasan a esta hora, como si huyeran de la tarde antes de que
deje caer sus párpados y los encierre. Dentro de un rato vendrá esa aguja a
amarrarme el cuerpo. Y te irás borrando, te irás haciendo niebla, te irás, con
forma de ladrido. Si me ayudaras a construir tu imagen, a dejarte en este
cuarto, a pronunciar la magia del recuerdo y envasarla... Si también yo pudiera irme volando; como
antes, como tú, como esos pájaros que huyen para no quedarse adentro de un ojo
cerrado. Ya volaron. Ya es de noche. Ya vendrá esa aguja. Ya vendrá el remolino
de las cosas. Ya vendrán esos murciélagos a chocar con mi cabeza. Persecución
de espejismos. Voces. Risas. Llanto de niños. Las botellas que se rompen. La
guitarra y los guijarros. El enjambre. Las avispas. Huye, entonces. Cualquier
precipicio es mejor.