Con la violencia de una lágrima
Ventanas rotas que se van
no sin antes lastimar
el parpadeo de la tarde
cuando una sensación es suficiente
para construir un laberinto en la memoria
y una canción es un puñado de clavos
que algo incita a sorber gota a gota
sin faltar el estímulo sombrío
de mirar cualquier rincón perdido
en ese instante que se extiende
cuando se detiene el curso de las nubes
vegetando en la escalera de un murmullo indefinible
y alguien es el “hada ignorante”
de cabello suelto como pulpa del otoño,
la transmisión oscura de un latido inevitable,
la transgresión de los objetos que capturan
los sentidos que el domingo se fugaron
de su propio manicomio;
cuando una canción basta para alimentarse
con escombros
y cada cuerda es un pretexto melancólico
para menospreciar el equilibrio
y dejarse caer,
con la violencia de una lágrima...