Los laberintos comunicantes
Qué clase de laberinto es nuestra mente; qué clase de hilos podrían liberarnos de allí, conducirnos de vuelta a la luz, la luz de la intemperie donde nos reencontremos con los otros: ¿la palabra o la voz?; ¿los cromos o los trazos?; ¿los sonidos concatenados o la vastedad del silencio?; ¿los gestos o los mensajes del cuerpo?; ¿las texturas y los volúmenes o nuestra sola suspensión en los espacios, sus atmósferas y sus momentos? Quizá, si sus formas son arrojadas precisando un despliegue de significados, sentidos, códigos que reverberen hacia el otro lado, donde alguien más espera los hilos que lo extraigan de su dédalo personal.