Polución
Polución expurga los anatemas de amor, en la estancia sucia de sus suicidios postergados. Polución esculca entre los derrumbes del sol buscando el limbo que se perdió en la resaca. La dopamina lo exulta de belleza. Todas las canciones y sus fragilidades se conflagran tiernas en los paisajes de su carne. Polución escande los fermentos del mar, en la ceniza exangüe que enlodece su sangre. Polución exprime los festines caliginosos de una avería dominical, hasta que su placenta cálida se vuelve una oblea de fractura súbita. La deconstrucción nocturna de su bebedizo vital. La sección Tormento de una rotación perenne. Polución insemina su almohada sudada de fiebre. El insomnio vuelve y Polución lo proyecta como un filme en la sala oscura de su mente. Polución disuelve los trociscos del amanecer, como un algia efervescente en las pupilas débiles, cuando aún no hay luz y la preeclampsia deviene. Polución irrumpe en los sembradíos del ocio, invertida fragmentación lumínica de sus cristales rotos.