LACRIMAL

Todas las luciérnagas se mueren en mi voz

y las frutas precipitan su caída en mis pestañas.

Por eso hay una niña paralítica sentada en el columpio de mis ojos

mirando los pantanos de óxido que engelan mis entrañas.

Hay una marioneta mutilada en la respiración de las cosas que me daña.

Hay una luna cercenada cantando esta canción mientras me baña:

No,
que no amanezca;
esta soledad es lo único que me queda
en la estación de lágrimas
que tiembla en mis espaldas al volar.

No,
que no amanezca;
esta soledad es lo único que me queda por vivir
en la ciudad de lágrimas
que tiembla en mis pestañas al volar.