CABARET ESCARLATA

Mi risa es un cabaret escarlata donde se coagulan las lágrimas buscando un pretexto para morir.


Las músicas de este cabaret escarlata

son pezuñas de ángel cabrío;

pezuñas que bailan,

que acarician a patadas la ventana;

pezuñas que pisan y destrozan las rosas

que arroja la Virgen del Alba;

pezuñas que dejan su huella

en la vulva lodosa

que inyecta en las venas

la Virgen de la Soledad.



Padre nos columpia.

Nos permite la hierba

que crece en el subibaja

mientras que Madre

prepara sus maletas

o nos llama a cenar de mañana.



En ese cabaret escarlata crecen las plantas del crimen pasional.
Destellos de navaja escurren su pulpa en el vaso del náufrago vuelto alquitrán de fantasma.

Niño quisiera un pastel dinamita,

cerrar los ojos,

pedir su deseo,

soplar las velitas

y que todo estalle después.

No más festejo de la tristeza.

Ese cabaret escarlata no abre temprano pero cierra después de que los cerros dejan de menstruar. Los pájaros muertos se instalan en las ojeras y las ortigas crecen en la lengua de los taciturnos.
Hay una mujer que ha enseñado a no amar y otra a sentir que amar no se puede.
Ni siquiera una imagen, un aroma del erotismo acurruca a la llama; ni corta las uñas; ni enciende las luces; ni hace meter los pies en el agua para sentir los peces que estallan, para sentir que hay demonios susceptibles de doma.

Es un cabaret escarlata donde lo artificial y las sombras se mimetizan. No abre temprano, pero nunca deja de cerrar. No abre temprano pero nunca deja salir.
Los locos se manchan la mano en medio de los azulejos de su soledad.
Los niños sueñan culebras que raspan su respirar de delirio y se van a contar las espinas.
El Strip-tease de los celos se representa en un cenicero que arroja el abandonado.

Es un cabaret escarlata que abre a la hora en que llora el orgullo del mendigo que no da ni se va del exilio.

Es el cabaret con risa escarlata.




¿Y tú?

¿por qué no bailas?