INGENUA POSIBILIDAD DE SER


Hoy, en el valle de México, la lluvia vino a decolorar las jacarandas para teñir de violácea nuestra pereza y volverla un hálito de confortación.

Una ansiedad sutil pero muy honda de apetencias –más sensoriales que concretas– se confunde con la adicción al café, al alquitrán o a la ginebra, o a canciones rasposas y acariciantes escritas por ignotos pero magnánimos poetas.

Un columpio mojado, una cabellera húmeda, un abrigo y el frío que nos hace flotar; una flor para manos pequeñas...

No sé cómo expresarlo; quiero decir algo más pero es simplemente inefable, maravillosamente inexplicable, como la canción más bella de la tarde.

Es esa melancolía suave, ese gris que no empaña, ese vuelco de los ángeles, religiosidad o lirismo que nos acerca a la muerte para agradecer la vida. Esa muerte que dice “vive, vive, vive”. Melancolía acústica que nos permite jugar con nuestras crías y amarlas; dar la mano a nuestra pareja y sentir su pasión reposada; ser perdonados por uno mismo, por nuestra ingenua posibilidad de ser.

Que nadie venga a soplar esta burbuja, no queremos desaparecer todavía.


Thank you, Mr. Leonard Cohen again

Thanks, Mrs. Rain

Thanks, Miss Yacaranday,

for this purple Saturday.