Oktobro
cristales de las mesas donde la gente coloca su tedio, sus ansias, sus instantes, en la terraza donde se colocan paréntesis a las frases y peroratas sobre el destino de las quiragras que se desprenden del vaso, del párpado o de la frente o de los labios, de las manos.
Octubre traza la figura ininterrumpida e incesantemente, minúscula como el meñique y la gota abultada que se evapora y deja su 8 marcado en el vidrio. Octubre escucha las charlas y los murmullos. Mira la gente que pasa. No hay prisa. No hay rodajes. No hay nada. Una quiragra, un meñique, una superficie bastan para trazar la continuidad de los flujos.
No pasa nada, es la eternidad. ¡Qué sería de la eternidad sin un instante! Somos nada, solo esa minúscula parte. La significación comprimida en nuestra estancia es la simple significancia. La insignificancia no es tan simple y abarca la mayor parte. Quiragra o lágrima. Quiragra o sudor. Quiragra de agua. Evaporarse. Resecarse. Dejar una marca. Dactilar.
Octubre se reconsidera. Cómo es que no pasa nada si es la vida que pasa. Es la terraza, es el cristal, es el meñique, es la quiragra. Es un instante donde todo se desprende y se suspende. El pensamiento se calma. Octubre se distiende, antes de emprender el último tramo alrededor del sol, que todo lo alcanza. Sentir que nada pasa porque todo pasa es importante, ininterrumpidamente, incesantemente, como el 8 digital que traza y vuelve a trazar, como si nada más que la vida pasara. Octubre se plasma.