ebria voĉo
Me despierta en mitad de la tempestad, cuando mi cama navega lejos ya de la casa, sobre el oleaje. Emerge de las aguas y se trepa, como a una barca. Me despierta su humedad, me abraza y me empapa; extrae calor de la nada y me dice: —Volveremos a jugar con aquel susurro de mar, con atuendos raídos de astronautas varados en la inmensidad o de vaqueritos náufragos tras disiparse las guerras floridas; con aquel murmullo de calle, con nuestras tropas de niños que se han quedado huérfanos a la orilla de la mañana.
Otras veces aparece aquí, cuando preciso lavarme de la resaca, como si nada: —Volveremos a reír en la orfandad sempiterna y siempre tierna de la vida. Como fantasmas.
También ha exclamado súbitamente en medio de otras voces que chamusca una fogata: —Volveremos a gruñir, a gritar y sentir ante este veneno de plata, sedados, con nuestras máscaras de roqueros arcanos para arrostrarlos a todos; ante esa distorsión que tanto gozamos adolescentes; profiriendo el léxico del alba que fuimos adquiriendo como se llegan a saber las rutas de sitios secretos. A veces darks, a veces punks. Volveremos, como fantasmas.
Y otra vez en la expansión sensorial de la resaca: —Volveremos a sonreír con la anestesia espesa y siempre tersa de la vida. Como piltrafas.
Cuando todo luce quieto, como si el mundo al fin se hubiera apagado, reaparece su silueta y musita con tristeza de guerrillero frustrado: —Buscábamos la belleza de las cosas henchidas pero solo hallamos la melancolía de las casas vacías. “La belleza”, así decían; pero era más: una distancia, una cercanía entre uno y lo que adviene o deviene, de universo ignoto que se posa un instante en cada traza, como una luminosidad sombría.
Al final solo alcanzo a balbucear: —¡Susurro de mar? ¿Murmullo de calle! ¿Estruendo de dístor? ¡Otra vez estamos llenos de fantasmas! Cuánto falta.
Y únicamente responde: —Volveremos. Solo para jugar. Solo para reír. Solo para gritar. Somos fantasmas.
Rola: Decoryah, "Submerged Seconds", Fall-Dark Waters, Metal Blade Records, 1996