s e x y t i e r n o s
Hoy querría despertar ese beso que duerme en tu boca. Y querría prolongar ese abrazo que espera en tu cuerpo. Pero aún no sabemos a dónde nos lleva esta senda, ni cuál es la señal; ni qué luna, qué estrella, qué fugaz luminescencia podría disipar la oscuridad y su múltiple venda. El universo se nubla y cae ahora, justo acá.
Ha de haber una mañana con su alcoba solar, donde podríamos ser simplemente sexys y tiernos. Compenetrarnos. Desenvolvernos. Mirarnos los rostros, percibir nuestro olor, rozarnos, lamernos; como animales obscenos que pacen sin dueño ni miedo. Escuchar una anécdota, fragmentos de silencio, una reflexión; así hacen quienes tejen sus lazos configurando un nuevo recuerdo.
Es tan simple y parece tan inasequible. Cómo hallarnos al final de otro universo nublado que empieza a caer. Fortuitos. Sin sueño ni señuelos. Sin tiempo.
Dirías que si los papalotes son del viento, los niños son de mar. Que si en las ventanas crecen pétalos, en las paredes nacen párpados. Que las venas transpiran raíces. Que por ello nos tornamos oscuros. Pero ha de haber una mañana para ser sexys y tiernos. Disipar la oscuridad. Llegar al final de la senda. Saber comprender la señal.
Qué luna, qué estrella, qué luminescencia fugaz. Qué papalotes. Qué mar. Qué paredes. Qué pétalos. Qué raíces. Qué venas. Qué señuelos… Qué señal.
Hoy dormiremos sin sueño. Nos imaginaremos sexys y tiernos —amartelados, tal vez—; pero nos cubriremos solitarios y huraños —oscuros, quizá—, como animales ajenos con hambre y con miedo. Sin configurar un nuevo recuerdo, sin destejer la soledad que añeja los cuerpos.
Es el final de otro universo nublado y que empieza a caer; justo hoy, justo acá.
Ha de haber una mañana con su alcoba solar, donde podríamos ser simplemente sexys y tiernos. Compenetrarnos. Desenvolvernos. Mirarnos los rostros, percibir nuestro olor, rozarnos, lamernos; como animales obscenos que pacen sin dueño ni miedo. Escuchar una anécdota, fragmentos de silencio, una reflexión; así hacen quienes tejen sus lazos configurando un nuevo recuerdo.
Es tan simple y parece tan inasequible. Cómo hallarnos al final de otro universo nublado que empieza a caer. Fortuitos. Sin sueño ni señuelos. Sin tiempo.
Dirías que si los papalotes son del viento, los niños son de mar. Que si en las ventanas crecen pétalos, en las paredes nacen párpados. Que las venas transpiran raíces. Que por ello nos tornamos oscuros. Pero ha de haber una mañana para ser sexys y tiernos. Disipar la oscuridad. Llegar al final de la senda. Saber comprender la señal.
Qué luna, qué estrella, qué luminescencia fugaz. Qué papalotes. Qué mar. Qué paredes. Qué pétalos. Qué raíces. Qué venas. Qué señuelos… Qué señal.
Hoy dormiremos sin sueño. Nos imaginaremos sexys y tiernos —amartelados, tal vez—; pero nos cubriremos solitarios y huraños —oscuros, quizá—, como animales ajenos con hambre y con miedo. Sin configurar un nuevo recuerdo, sin destejer la soledad que añeja los cuerpos.
Es el final de otro universo nublado y que empieza a caer; justo hoy, justo acá.
Rola: Rachid Taha, “Now or Never (feat. Jeanne Added)”, del álbum Zoom, 2013.