f a n t o m a

A veces nos comienzan a poblar los fantasmas. Nuestra memoria es una casa deshabitada que no posee recuerdos, solo fantasmas. No hay nostalgias, ni aromas de ninguna infancia, ni deserciones de alguna mocedad desflorada que vuelvan al corazón de viejo, como se vuelve a una patria o como se regurgita la imagen quieta de una escena evocada. Solo hay manchas en la visión empañada, como una mañana nublada que acarrea todas las inundaciones y el rastro de una melodía incierta. Luego entreabrimos los labios y pareciera que una voz susurrara. Qué dice: nos hemos vuelto fantasmas.

Liberemos a los fantasmas, en la hoguera de agaváceas. Somos vagabundos ahora y la tarde se desvanece. Estas líneas son fragmentarias, pero deberán convertirse en los versos de una canción dorada. Cantemos. Liberemos a los fantasmas.