Contra el amor [1]
(All you need is freedom)

“La promiscuidad burguesa es tan conservadora –y tan reaccionaria– como la monogamia burguesa lo es. No consiste en eso el amor revolucionario”, me repetía mi abuelito, sin dejar de atender la mata de hierbabuena que trasplantábamos en el jardín, cuando yo soltaba la coa junto a él para alistar mi atuendo del Che y salir a las calles durante cierta jornada de manifestaciones, después de la llamada precisa de alguna chica a quien él –nada más de vista– considerara en pro del aborto, pero acaso digna de su nieto.
Por qué los recuerdo ahora, al contemplar el cuerpo desnudo, imperfecto y hermoso de una mujer a quien amo –o de quien he amado otra vez después de distanciarnos un periodo prolongado inútilmente–. Cuántos indicios de algún otro amante inmediato que ha pasado por aquí o la ha llevado a algún lecho antes de que yo volviera o de que ella me requiriera inesperadamente. Cuántas dubitaciones en su mente atormentada que no supe esclarecer la última vez que me dio el portazo y del “nunca más te quiero volver a ver”. Cuántas etapas de monogamia y promiscuidad fallidas tras esta reiteración del reencuentro –maldito amor burgués.
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