Voz de árbol. Melena de pájaros
“Nul ne peut veiller sur sa solitude
s'il ne sait se rendre odieux”
E.M.C.
Imagíname con mi voz de árbol, como si aquel
bosquejo te musitara súbitamente; como si arboreciera de repente en aquel
cuento entretejido viernes tras viernes, al deponer la contienda de los brazos
y ante el resquemor de volverse un migrante inmóvil que atisba –desde la
ventana– un escenario sempiterno de traspatios.
Con mi cabellera de
vagabundo verde, como en aquel texto escrito con vidrio antes de hundirlo en el
pardor de noviembre e irse para siempre.
Un árbol errante. Con
mi melena de pájaros. Un árbol umbrío que se arranca las hojas.
Imagíname danzando
púrpura, como en aquella coreografía; o parlando lábil, como en aquel poemario…
Elegí ser este
personaje. Debo representarlo –con sus progresiones y regresiones– hasta el
final de la última página. Así me sumergí en los bares. Así emerjo ahora de los
parques.
Los árboles me interpelan
mucho más que cualquier artilugio animal de mensajes sin diálogo.
Imagíname así, con mi
voz silenciosa de árbol que se arranca las hojas o se llena de pájaros.
Imagen: Variación cromática de Arborescencia. Tinta mixta sobre papel, 21.5 x 28 cm. 1996