Mirando sangrar la noche

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Amanece la noche y sus brillos enfermos se desparasitan con el filtro satélite.
El huevo revienta y se apaga el sonido.
La caricia de nadie se mancha de calle y de parpadeos pendientes.
Los pedazos de vidrio son plumas que la noche se arranca;
pétalos de ciudad que el delirio ha tirado al preguntar si lo quieren o no.
El purgante no acude al auxilio ni muestra qué miran sus manos.
La aventura del veneno desata las fieras del sueño.
Las luces son esporas que se queman en la oscura efusión de las venas.
Los bisturíes del frío tatúan suicidios floridos,
raptan el equilibrio y lo sacrifican al absurdo;
se esconden,
mirando sangrar la noche.


Imagen: Detalle de "Tú, Gólem", tinta mixta sobre papel