Bio-lencia

 
Abre las ventanas y arroja la sombra de este hombre que amas; 
o devuélvelo a sus huesos,   
entrégalo otra vez al enfermo convivio con su esqueleto. 
Fuma las flores degradadas y bebe el agua putrefacta del florero. 
Arranca las escamas, 
muta la piel, 
ráspate en la espina o en el alambre de tu zona limítrofe. 
Que viajen los alfileres en tus labios. 
Que tu saliva disuelva el cadáver de aquel niño. 
Dale su comidita a tus muñecas. 
Dale de beber de tus muñecas. 




El orín de la luna lo transpiran los jardines, 
el jardín de tu frente, 
el patio de tu espalda. 
El cielo se descarapela, 
no vomítenlo tus ojos. 
Saca la canción perdida en el ropero. 
El matapalo se enreda en tu mano marchita en la macetera.   
Cómete la tierra, 
la tierra del panteón-maceta 
donde has guardado las plantas muertas 
que arrancaste de su lengua. 
Abre la ventana; 
arroja los cuadros que crecieron como plaga en tu pared
–plaga de tu soledad crucificada; 
arroja sus dibujos, 
la locura no merece la habitación de la aurora. 
Dale de tu leche, 
tus costras arrancadas. 
Tu feminidad tiene forma de quiragras de leopardo nacido en las llamas; 
la retuerces
–gatito acalambrado en la trampa.
Abre la ventana o devuélvelo a sus huesos. 
Ya no regales hojas de tu cuerpo. 
La tijera abre sus piernas 
–receptáculo geométrico la abertura de  su sexo.
Acaricia con la vista la oquedad de la ventana abierta…

Imagen: Detalle de "Supragarabato 0997", técnica mixta sobre papel estraza., 1997.