Besos con Nonoxinol-9
El dolor es un móvil, el reloj una cuña. A veces se es una hebra dejada
en una gota de agua sucia. El perdón es un sitio que no acepta viajeros y mi
lugar es una pisada del pie de los nómadas. La canción de un perverso destiende
su ropa y el viento no sabe qué hacer con sus pelos. Te vi sin tu cuerpo. Toqué
tu cuerpo y no estabas. Salí en busca de la noche y estaba dormida en un rincón
del deseo. Me puse a escribir silencio en la tierra. Abracé a un niño hecho de
alambre. Quisiste matarme con las tijeras que —yo mismo— puse en tus dientes,
pedí auxilio: ¡¡Auxilio!!, pero sólo tú podías auxiliarme. Salí del aula
caminando sobre las cabezas de los otros alumnos y el pasillo era una zona opaca y negligente. Me fui.
Acaso las cosas no sienten frío, estas cosas que tocamos y esquivamos.
Acaso tus ojos ya no son los nidos de mis aves sólo porque volaron.
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UNA
P
A
U
S
A
Es cierto, no hay algo qué hacer en la vida. El presente es una bicicleta
sin dueño rodando sin rumbo y girando de aquí para allá. No es que me importe,
es que vi una parvada de voces; sin embargo, no pude escucharlas. No sé por qué
me levanté de la cama hoy, ayer, antier, nunca, algún día. No sé por qué me
puse zapatos. No sé para qué me lavé la boca. No sé para qué deshojé el calendario.
No sé ni por qué acepté la comida. No sé ni por qué dije "Buenos
días". No sé. No sé ni por qué brinqué los charcos. No sé qué tan verídica
sea mi voluntad. Ya no es válido
ahorcarse con cualquier mecatito, pero tampoco es válido seguir respirando,
tampoco importa realmente. Ya no importa saber qué asunto tiene importancia.
Las blasfemias que transcurren entre cada chiclazo contienen
las mismas lecciones que la atmósfera perfumada con agua
bendecida de llanto. No es que me importe, es que el miedo es una serpiente disecada y,
peor aún, la bicicleta rodó sobre mi costal. Está bien, está bien, acepto la
apuesta.
Sí mamazota, los libros son esa coladera donde cada loco tira su basura.
Hay una gran tienda de arquetipos, puedes escoger cualquiera y pagarlo como
puedas. Mentira, mentira, no lo dije tan en serio. Ah, pero eso sí, déjame
orinar antes de que se acabe todo esto... Yo también he comido un terrón del universo, El Universo, así
se le dice. Está bien, está bien, acepto tu propuesta.
Una galaxia en celo puede provocar una matanza de dioses mientras que sus
progenitoras le suben el volumen a la radionovela y los perros ladran y las
hojas vuelan ¡Ayayay!
¡Corran hijos míos, corran, pues tienen prisa por caerse!
¡Bienvenidos! La ceremonia está por empezar.
¿Quién ha dicho todo esto?