La arborescencia del espantapájaros

Yo no lo sabía,
hoy me lo han dicho los pájaros
y mi íntima amiga llovizna,
al despertar de un oscuro letargo,
manchado de sol,
en las inmediaciones del día.

En verdad,
yo no lo sabía;
pero he visto mis manos
y he sentido una alegre melancolía,
los sonidos nuevos
y los cromos de la vida.

Ni siquiera lo presentía:
yo,
miserable espantapájaros,
he sido transformado en árbol.