"HORIZONTE AMARILLO SOBRE PLÁSTICO AZUL". Fragmento de la polifonía titulada PLÁSTICO NEGRO

Observamos desde lejos el vértigo de un espectáculo generador de ruidos y hematomas, donde la fetidez y la precariedad resaltan la opulencia de unos cuantos. Pregunto qué es todo eso y hablas de una ciudad de día; una ciudad diurna con murallas de papel periódico donde los habitantes multiplican irreflexivamente tabúes y paradigmas; acometen con pacificaciones teoréticas y moralizantes; redundan falacias hasta institucionalizarlas; remodelan y disminuyen una y otra vez oratorias sobre la prevención del delito, el narcomenudeo, el robo de vehículos, los desórdenes de la adolescencia, las insurrecciones mesiánicas de quienes señalan desigualdades y carencias; otros desempolvan motivos caducos al articular un discurso con argucias y subterfugios para ejecutar un poder perpetuado en escritorios de fauna mecatrónica y dieciochesca, groseramente conservadora y sumamente detestable. Decoran las superficies con propaganda. A diario diseñan catálogos de prohibiciones sustentados en nociones falsas acerca del orden, la seguridad, el bienestar y la plutodemocracia. Con arengas macroeconímicas, medianoempresariales y microcerebrales, apilan resabios culturales para quemarlos y construir piras dedicadas a los privilegios, el lucro y la explotación. Una ciudad diurna con un gran mercado adornado de noticieros; un lugar inhabitable salvo si se es parte de sus sistemas y cacerías. Una ciudad vespertina donde todos huyen de la llovizna; donde todos se petrifican en oficinas y se evaden en volandas mediante sus sueños vaporizados. Una ciudad consagrada a las esclavitudes contemporáneas...
Hablas de ello con la mirada apretada, constriñendo el horizonte; con desdén; como si fuera un lugar de donde escapaste hace tiempo...