Tinta nábuli (II)


                                                                                  

                            II

Soy la marioneta que danza. Fetiche animado de la creación.
    Ahora dudo hasta de mi sombra y de todo lo que no puedo asir. Ahora dudo de mi presencia.
    Qué ser melancólico me despliega en su mente. Qué hombre triste me hace danzar suavemente en su imaginación, al escuchar esa música, al disipar lentamente la oscuridad total de su enclaustramiento.
    Si nunca he abierto los ojos, cómo pude haber visto la luz. Acaso me imagino a mí misma, sucumbida en el suelo, con las extremidades revueltas. Acaso pienso que me levanto danzando en sincronía con la luz, pero quizá solo exista la música.